miércoles, 23 de febrero de 2011

Stop.


Miraba al profesor fijamente mientras explicaba, pero no escuchaba. Nadie estaba escuchando. Oía susurros, risas y de fondo la profunda voz del profesor. Desde la ventana se veían los árboles y los bancos del patio, los columpios se balanceaban suavemente con el viento.
-¿Por qué se mantuvo ahí, Bianca?- Volví rápidamente a la explicación cuando me preguntó.
-Mmmm… -Intenté recordar que estábamos dando.
-¡El clima! –Dijo al momento, dejando en evidencia mi distracción.
Asentí y se dio la vuelta para apuntarlo en la pizarra. Sentí vergüenza, desvié mi vista a la mesa y todo quedó en silencio repentinamente. Me pareció extraño, levanté la mirada y todos estaban quietos, parecían estatuas. Miré por la ventana, los columpios no se movían. No se escuchaba ningún ruido, solo mi respiración nerviosa.
-Eeehh… ¿qué pasa? ¿HOLA? ¡¡¿ES UNA BROMA?!!
Me levanté despacio mientras todos estaban congelados, salí de la clase y el silencio inundaba el colegio entero. En el patio, el sol bañaba los columpios, me senté en uno. No sabía que pasaba, pero no estaba asustada. Empecé a columpiarme, el sol rozaba mi piel, sonreí. Cuando quise darme cuenta estaba tarareando, volví a ser una niña chica, sin más preocupaciones que disfrutar del momento.
Pasó un rato y volví a entrar en el colegio, donde todo parecía muerto. Yo me sentía más viva que nunca. Subí las escaleras despacio, rozando con los dedos el pasamano al ritmo de la canción que canturreaba. Entré mi clase, pero nada había cambiado. Las mismas caras de aburrimiento, las mismas posturas, el mismo silencio.
Me senté de nuevo en mi pupitre, los columpios detrás de las ventanas retomaban su suave movimiento.
-¿Por qué motivo se mantuvo ahí, Bianca? – La grave voz del profesor me atravesó.
- Pues… por… el clima – Dije al fin un poco aturdida.
- ¡Exacto! –Dijo él retomando la clase, dejando atrás mi pequeño momento de libertad.
Stupid:)