martes, 17 de mayo de 2011

Tormenta de felicidad.

Noté como su mano apretaba la mía, moví la cabeza y estaba mirándome con esa sonrisa picarona que solo ella sabe poner. Sus grandes ojos marrones centelleaban posados directamente en los míos. Le sonreí casi sin pensarlo mientras mi cabeza daba vueltas, podía ver a través de su mirada lo que estaba pensando. El flequillo se me pegaba a la frente y el pelo me caía empapado por la lluvia que hacía un momento solo eran gotas sueltas que caían tan separadas que ni se notaba que estaba lloviendo. Sus rizos también estaban mojados y caían deformados y pegados unos a otros. Dimos un salto al escuchar el primer trueno, fue tan sonoro que por un momento pensé que el cielo se estaba rompiendo, abriéndose en dos. Fue entonces cuando los planes que podía leer en su mente se hicieron realidad - Uno, dos y... ¡¡TRES!!-, tras su rápida cuenta atrás empezó a correr arrastrándome agarrada de la mano. La lluvia era tan fuerte que parecía que me atravesaba la piel y llegaba a los huesos, los relámpagos bailaban al compás de los truenos y una luna tímida se asomaba entre los nubarrones negros como el tizón. Nosotras corríamos, pero no con la intención de escapar del chaparrón, simplemente por diversión. Saltamos sobre los charcos, bailamos y cantamos por las calles mojadas. No podíamos parar de reír aunque teníamos tanto frío que la piel se nos ponía de gallina y no parábamos de tiritar. Al entrar en su casa fuimos dejando pistas de agua por el suelo hasta entrar en el baño. Una vez dentro, llenamos la bañera con agua caliente y nos metimos vestidas.
Hoy, lo recuerdo como el día más feliz de mi vida, aunque después me tiré dos semanas resfriada. Si pudiera elegir un día y repetirlo, sería ese día.

Stupid:)